Llevo dos semanas...mejor dicho llevo casi todo el verano leyendo libros que sobre todo tienen relación con la democracia en las escuelas y en las instituciones educativas, tema que a veces me obsesiona y sobre el que en la última semana preparaba una entradilla para el blog, pero anoche mientras caminaba hacia mi casa sucedió algo que ha propiciado este cambio repentino.
Esta situación me pone en un reto, en un dilema ante el que espero que cada día se enfrente cada docente en cualquiera de los niveles educativos ¿sigo adelante con lo programado o afronto la actualidad e intento trabajar con ella?, nos queda una opción más ¿puedo trabajar lo programado a través de las situaciones que me depara el momento?
Anoche volvía de tomar unas divertidas tapas con Judith y sus padres, caminaba solo, escuchando ese ipod al que, quizás por ser un regalo de personas a las que aprecio mucho, llevo casi siempre encima. Cuando apenas me quedaban 10 minutos para llegar a mi casa y, por fin después de un largo día, descansar y leer un ratillo antes de dormir, una persona se acercó a mí para interrumpir mi paseo. Era Maliq.
Maliq, alto, bien vestido, de piel muy muy oscura, con ojos penetrantes y una educación que más quisieramos muchos de quienes caminamos ajenos a lo que nos rodea, solo me pidio algo para comer. Giré mis ojos para mirarle y como en una gran cantidad de ocasiones respondí que no tenía nada, pero hubo algo que esta vez no me dejó seguir tranquilo. Caminé unos pasos, volví a girar la cabeza y allí seguía, acercandose a aquellas personas que pasaban, pidiendo algo para comer. Seguí caminando y pensando hasta que llegado un punto no pude evitar dar la vuelta, sabía que no tenía nada suelto encima, en mi bolsillo solo quedaba un billete de 10€ y mi situación económica no va más allá de aquella que tiene un universitario que además de estudiar tiene que trabajar y aún así, sigue esperando cobrar parte de un sueldo que cada vez ve más perdido, pero me acerqué y haciendo un gesto le invité a venir.
Maliq salió corriendo, recogió una bolsa que tenía guardada entre unas plantas y se acercó mientras le comentaba que le invitaba a comer algo.
Caminamos apenas 5 minutos hacia un kebab cercano, en ese trayecto, en ese corto espacio de tiempo, corroboré aquello que no he parado de defender desde hace unos años. Este sistema en el que vivimos no es justo, hasta aquí nada nuevo ¿verdad?.
Maliq comenzó hablando francés, pero al ver que con mi francés no podríamos mantener una conversación fluida continuó hablandome en español. Hasta aquí perfecto, nacido en Senegal, antigua colonia francesa e inmigrante en España (lleva unos meses aquí), bueno podréis pensar, yo también me adaptaría al idioma del país al que voy...
Llegamos al kebab, pide uno de pollo y continúa hablando, esta vez con el dependiente. Maliq no deja de repetir que le gustaría hablar mejor español, que ha venido buscando trabajo, pero que no encuentra nada, allí donde va le dicen que necesita hablar mejor el español. Maliq dió un curso de 6 meses de español antes de viajar aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario