sábado, 26 de diciembre de 2009

LOS ROSCOS DE MI ABUELA

Vengo de pasar la nochebuena y la navidad en casa de mi abuela, como cada año, como siempre que mi hermano o yo conseguimos que nuestros jefes nos den ese día libre para disfrutar de la familia, algo que intentamos conseguir de mil maneras cada año, aunque después tengamos que trabajar el doble otro día. Pero, año tras año las cosas van cambiando, todo evoluciona. A veces para bien, y otras para mal solemos dejar atrás costumbres, hábitos, etc.


Tengo la sensación de que la era de las telecomunicaciones está acabando ¡qué casualidad! con nuestra capacidad de comunicarnos cara a cara. Y es que ya no es necesario visitar a nadie para saber como está, simplemente una llamada de teléfono o una conexión a internet y ya podemos quedarnos tranquilos. No me entendáis mal, yo no soy de esos que está contra el avance de la tecnología, de hecho como casi todas las personas hoy día, tengo teléfono móvil (de los modelos avanzados), facebook, tuenti y ¡¡hasta un blog!!... pero no dejo de pensar que esas herramientas para comunicarnos no pueden hacer que me olvide del placer que se siente al sentarme delante de alguien y escuchar hasta que duelen los oidos cada una de sus palabras, mirar sus ojos, sentir sus gestos...


Ese estar reunidos se pierde poco a poco, o al menos es lo que yo veo o siento. Puedo ser carca, anticuado, puede que esté envejeciendo muy rápido y no me de cuenta, pero estas fechas son o eran, una excusa perfecta para ver a la mayoría de las personas que quiero disfrutando , hablando, cantando... pero los años pasan y las reuniones se van diluyendo en encuentros de unos pocos.


A mi siempre me gustó disfrutar estos días desde primera hora, quizás porque viví parte de mi vida con mis abuelos veía como mi abuela se levantaba para hacer pestiños y roscos, preparar comida (cuanto trabajo que no se ve cuando uno se pone a cenar sin más pensando que todo viene hecho), siempre con alguna de mis tías ayudándole y la mayoría de las veces con mi hermano y conmigo alrededor, intentando aprender a hacer la masa de los pestiños y los roscos (aún tenemos que llamarla cada vez que nos disponemos a hacer esos roscos o pestiños uhmmmmmm), creo que estábamos más pendiente de comer los que iban saliendo que de la receta, jejeje.


Cuando fuí algo más mayor me dedicaba a salir de cervezas con amigos, volver a comer y esperar, nervioso, a que dieran las ocho de la tarde para empezar a vestirme y ver como la casa se iba llenando poco a poco de gente para cenar, beber y pasarlo bien. Sí, las costumbres y la gente cambiaban, pero siempre, siempre todo terminaba con las copas de anís llenas, los pestiños y los roscos en una mesa cerquita, mi abuelo con una pandereta, alguien con la zambomba, todos cantando villancicos y mi abuela limpiándose las lágrimas.


Los últimos años he visto como todo eso iba cambiando, nietos y nietas se echan pareja, hijas e hijos prefieren quedarse en casa descansando y viendo la tele... y todo sigue su ritmo.

Las fiestas no son iguales, pero mi abuela sigue haciendo roscos y pestiños para esos días y, si llegamos algunos de estos nietos mayores que hemos vivido esas fiestas lo primero que nos dice es: "en el mueble hay rosquitos" y mi respuesta es siempre "ya cogí uno, jajajaja".


Al final todos visitamos esa casa ya sea un día u otro, pero ya no coincidimos tanto en el mismo lugar, nos vemos más por messenger aunque allí no podemos cantar.

Creo que por mucho que se hable del jaleo que supone preparar las cosas para estos días, mi abuela aún espera que uno de estos años volvamos a reunirnos todos con los mismos villancicos, por eso hace roscos para 30 personas cuando terminamos siendo muchos menos.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

QUE TE TOQUE LA LOTERÍA


Un puente tan largo trabajando en un bar da para muchas reflexiones, y es que un bar es un entorno vivo, lleno de opiniones, de comportamientos, de temas de conversación, de actitudes...


Este fin de semana no puedo borrar una frase tan especial y profunda como la que escuché mientras realizaba mis funciones normales dentro de la barra:


Yo estaba sirviendo una copa de vino a uno de los clientes, uno de esos que va mucho por el bar y que nunca suele llamar la atención, simplemente toma su copa de vino, da las gracias deja la propina y se va, eso sí, siempre deja una sonrisa (por cierto no viene mal practicar eso en los bares, tanto para camareros y camareras como para clientes).


Mientras servía esa copa de vino otro cliente se acerca y le pregunta: "- ¿es que no vas a comprar lotería de navidad?".


Cual fue mi sorpresa al escuchar... "- No... a mí me toca la lotería todos los días. Tengo salud, ganas de trabajar y una familia estupenda y de la que estoy orgulloso".


Casi se me caen dos lagrimas al escucharlo, y es que sentí una alegría inmensa al escuchar hablar así a una persona que tiene más de 60 años y que vive la vida con esa filosofía.


Hoy en día todas las personas sueñan con que les toque una lotería, un cupón, una quiniela, ... y esa es la única ilusión mientras seguimos trabajando, lamentándonos porque a otra persona le tocó cualquier cosa y a nosotros no. ¡Qué desgraciado soy! ¡qué mala suerte! ¿por qué no me pasa a mí?... son frases que utilizamos y decímos constantemente mientras la riqueza más grande que podemos adquirir pasa por delante de nosotros sin que le prestemos la más mínima atención.


Cada día que pasa me doy más cuenta de lo feliz que comienza una persona a ser cuando se olvida de esperar a que la suerte llame a su puerta y trabaja para buscar la suerte de encontrarse con los demás.


No quiero utilizar ningún tipo de demagogia y decir que no me hace falta dinero, por desgracia, lo necesito, pero quizás no tanto como parece o al menos no para depender de él tanto como para esperar que me llegue una gran cantidad para irme... ¿dónde?. Yo prefiero seguir con el día a día, persiguiendo sueños que yo construyo y tardando su tiempo en conseguirlos, al fin y al cabo la satisfacción de hacer algo está en las dificultades que se te plantean para conseguirlo y, por experiencia, ¡cómo se disfruta de algo cuando lo consigues con tu trabajo!.


Ganas de trabajar, ya sé que trabajar es jodido, lo sé porque lo he vivido y lo vivo, de mil formas, en mil trabajos, pero que distinto es trabajar con una sonrisa, que distinto es aceptar que el trabajo es algo que te puede enriquecer de un millón de formas, aunque a veces te den ganas de mandar lejos a más de una persona, jaja.


Este no sería mi blog si esta entrada quedara sin una pequeña, pesada y pedante lectura educativa, lo siento, es lo que tenemos los que nos empeñamos en aprender.


¿Qué pasaría si en las escuelas nos diera por aprender a construir sueños?¿qué pasaría si en lugar de decirle a nuestras niñas y niños lo que deben aprender para desenvolverse en la vida le préguntáramos cómo quieren desenvolverse en su vida?¿y si les mostramos la satisfacción de lograr sus sueños?


Qué dificil es todo eso cuando seguimos pensando y viviendo dentro de una economía consumista y de mercado que premia por tener y no por ser y donde se busca llegar a la meta lo antes posible, caiga quien caiga y pase lo que pase en el camino.


Hoy yo me uno a este cliente al que desde ese día miro como a un maestro más, un maestro de la vida, una de esas personas que sabe donde está su felicidad, que sabe quién es y que no busca recompensas gratuitas.