lunes, 14 de febrero de 2011

HOMBRE QUE MIRA AL CIELO (un 14 de Febrero)

Al enterarme que hoy era 14 de febrero, a través de twitter, facebook y mis medios de comunicación más usuales decidí buscar aquella poesía de Mario Benedetti que tanto me gusta y que para mí tanto refleja ese amor a cuanto tenemos y queremos conseguir "Hombre que mira al cielo":
"Mientras pasa la estrella fugaz
acopio este deseo instantáneo
montones de deseos hondos y prioritarios
por ejemplo que el dolor no me apague la rabia
que la alegría no desarme mi amor
que los asesinos del pueblo se traguen
sus molares caninos e incisivos
y se muerdan juiciosamente el hígado
que los barrotes de las celdas
se vuelvan de azúcar o se curven de piedad
y mis hermanos puedan hacer de nuevo
el amor y la revolución
que cuando enfrentemos el implacable espejo
no maldigamos ni nos maldigamos
que los justos avancen
aunque estén imperfectos y heridos
que avancen porfiados como castores
solidarios como abejas
aguerridos como jaguares
y empuñen todos sus noes
para instalar la gran afirmación
que la muerte pierda su asquerosa puntualidad
que cuando el corazón se salga del pecho
pueda encontrar el camino de regreso
que la muerte pierda su asquerosa
y brutal puntualidad
pero si llega puntual no nos agarre
muertos de vergüenza
que el aire vuelva a ser respirable y de todos
y que vos muchachita sigas alegre y dolorida
poniendo en tus ojos el alma
y tu mano en mi mano
y nada más
porque el cielo ya está de nuevo torvo
y sin estrellas
con helicóptero y sin dios."

Como cada año desde que las grandes firmas del mercado situaran su esperado "día de los enamorados" miles de personas estarán deseando llegar a casa y disfrutar de los regalos que su amada o amado les tuviese preparados.

Pero, yo no me llamo Valentín, me enamoré un día que en el calendario no coincidió con el 14 de febrero, me niego a dejar de estar enamorado el resto del año y mis regalos nunca se saben cuando llegarán, de hecho ni siquiera estoy seguro de si llegan. Lo siento, no soy una de esas personas que esperará con un regalo debajo del brazo. Simplemente porque no puedo arreglar cada error del año con la sonrisa y el regalo de un día maravilloso, porque si no soy capaz de hacer de cada día un día especial no veo motivos para fijar la fecha y redimir mi culpa.

Me pregunto por qué es necesario tener un día en el calendario para dedicar a la persona que amas, siempre pensé que no necesitaba que nadie me demostrara lo que me quiere en ningún día concreto, simplemente cada día que tengo la certeza de que ella está ahí me siento suficientemente contento y satisfecho como para no pedir más. Los días regalan pequeñas alegrías que no sabemos disfrutar, que no queremos elevar a la categoría de amor porque simplemente no están socialmente conceptualizadas como tal, pero que en realidad son lo único que demuestran la complicidad de cada persona con su pareja.

Hay algo más que me fastidia del Día de San Valentín. Parece que en este día es lícito demostrar amor por tu pareja, por la persona que se supone está a tu lado en la mayoría de los buenos y malos ratos que tienes en tu vida, con la persona que cada día te da las buenas noches, y los buenos días. Pero, parece que se nos olvida tratar las distintas dimensiones de la palabra "amor", parece como si amor dejara de significar solidaridad, como si amor ya no fuera lucha, como si amor justificase lo injustificable, parece que en amor no valiese decir no.

Creo que tanto se ha trivilizado la pabra amor que parece que tu amor solo pueda pertenecer a una sola persona y así se justifican tantos atropellos. Pero, mi amor por tí no me aparta de mi amor por los demás, porque no necesito una distinción entre las personas a quien quiero, porque aunque no me lo demuestres hoy sé que tú estarás ahí, porque hay quien perdió a su pareja pero no su amor, porque al fin y al cabo mi amor debería mostrarlo por cada una de esas cosas que me demuestran que entre nosotros, entre tu y yo, entre quienes nos queremos, peleamos, nos levantamos, sufrimos y no callamos por amor.

jueves, 10 de febrero de 2011

Mujeres, habitaciones y Academias de la Lengua

Aún no sé por qué estoy escribiendo esta entrada, no sé si hago bien o quizás solo debía haber enlazado los textos de algunas mujeres que ya advierten de lo que viene siendo el “nuevo machismo” que se une a la avalancha de creciente de reacciones conservadoras y neoliberales de la actualidad y que se insertan en nuestra sociedad con amabilidad y valiéndose del posmodernismo imperante.

Quizás debería empezar recordando que tal como señala Amy Gutmann todo movimiento identitario que quiera tener cabida en una sociedad democrática debería regirse por dos proncipios básicos: el principio de “no represión” y el principio de “no discriminación” (Gutmann, A. “La identidad en Democracia”, 2008). Ambos principios están presentes en la mayoría de movimientos feministas actuales, aunque imagino que más de uno podrá diferir en esta afirmación y las justificaciones me las guardo para discusiones posteriores.

Tres es actualmente el número de mujeres que forman parte de la Real Academia de la Lengua Española, cinco las académicas que a lo largo de la historia de esta institución (se creó en 1713) han ocupado uno de los asientos reservados a quienes “limpian, brillan y dan esplendor” a nuestra lengua, la primera de ellas no fue propuesta y elegida por los académicos (con “o” y sin incluir al sexo femenino entre estos) hasta 1978. ¿Aún pensamos que podemos esperar que sea esta institución la que promueva algún tipo de cambio?

Decía Virginia Wolf en 1928 que las mujeres necesitan una habitación propia y al menos 5oo libras para dedicarse a escribir libremente.

En pleno siglo XXI la historia sigue recordando que hay cosas que solo cambian quienes realmente están arriba y, por qué no recordarlo, aún aumentando las facilidades de acceso a los recursos, arriba sigue estando el hombre (masculino y singular), blanco (para seguir limitando el acceso del resto), de clase media-alta (las diferencias económicas aún marcan un lugar en nuestra sociedad capitalista). El mismo tipo de hombre que escribía sobre negros sin dejar espacio a la expresión de quienes estaban oprimidos, el mismo tipo de hombre que especifica como pueden salir las familias pobres de esa pobreza sin consultar sus singularidades y estrategias de lucha. Ese mismo hombre escribe hoy y escribió para opinar sobre lo que debe y debía ser una mujer y por supuesto sobre cuales son sus aspiraciones máximas en la vida y en la sociedad.

Nos rasgamos las vestiduras con cada palabra que huela a igualdad entre mujeres y hombres, y acudimos a las instituciones más reconocidas (por su igualdad, claro está) para justificar el lenguaje que utilizamos. Menospreciamos el poder y el significado de cada palabra y obviamos que detrás de cada sentencia se esconde un pensamiento, una idea que es transmitida, y que vuelve a remarcar el lugar que ocupa cada persona en la sociedad en que vivimos. Justificamos el masculino para englobar a toda las personas, pero la verdad es que Emilio no es lo mismo que Sophie ni ambos tenían las mismas funciones en la sociedad.

Feminismo NO es lo mismo que machismo, ni su desarrollo en sentido contrario, y no creo que sea necesario remarcar una vez más los objetivos dispares de ambas corrientes, algo que ya han dejado claro los trabajos científicos y las investigaciones de tantas mujeres ignoradas en nuestra cultura.

Detrás de cada pronunciamiento en femenino, detrás de cada acción donde las mujeres toman la palabra se esconde el valor de dejar de estar silenciadas, la lucha por salir de ese espacio privado donde a algunos conviene que estén para ocupar esa otra esfera, la pública, y hacerse visibles. Ya está bien de prejuicios sin fundamentos ni argumentos, ya está bien de hablar en nombre de quienes tienen voz propia para expresarse.

Al fin y al cabo parte de lo que se esconde detrás de muchas de nuestras actitudes en contra de una igualdad entre personas de diferente etnia, sexo o clase es la sensación de perder parte del poder que hasta ese preciso instante poseemos por encima del resto. Miedo a no destacar por encima de alguien, miedo a no poder mostrarnos tan superiores como siempre nos consideramos.

“Durante todos estos siglos, las mujeres han sido espejos dotados del mágico y delicioso poder de reflejar una silueta del hombre de tamaño doble del natural. Sin este poder, la tierra sin duda seguiría siendo pantano y selva. Las glorias de todas nuestras guerras serían desconocidas... los espejos son imprescindibles para toda acción violenta o heroica. Por eso, tanto Napoleón como Mussolini insisten tan marcadamente en la inferioridad de las mujeres, ya que si ellas no fueran inferiores, ellos cesarían de agrandarse. Así queda en parte explicado que a menudo las mujeres sean imprescindibles a los hombres. Y también así se entiende mejor por qué a los hombres les intranquilizan tanto las críticas de las mujeres; porque las mujeres no les pueden decir este libro es malo, este cuadro es flojo o lo que sea sin causar mucho más dolor y provocar mucha más cólera de los que causaría y provocaría un hombre que hiciera la misma crítica. Porque si ellas se ponen a decir la verdad, la imagen del espejo se encoge; la robustez del hombre ante la vida disminuye.”

(Wolf, V. “Una habtación propia” 1928).